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A Editorial Arte Y Literatura acaba de publicar a edição cubana de Nenhum Olhar (Nadie Nos Mira) e Morreste-me (Te Me Moriste).

 

Esta edição conjunta será lançada na Feira do Livro de Havana e é a primeira de José Luís Peixoto em Cuba.

 

Te me moriste y Nadie nos _mira_web.jpg

O romance  Nenhum Olhar é o livro escolhido este mês no Clube de Leitura da Livraria Blooks, no Rio de Janeiro, Brasil, com as seguintes sessões:

- 14 de fevereiro na Livraria de Botafogo,
- 27 de fevereiro na Livraria de Niterói.

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A 22ª edição portuguesa do romance Nenhum Olhar é assinalada com uma nova capa, disponível já nas livrarias de todo o país.

 

Imediatamente após a sua primeira edição, Nenhum Olhar teve um imenso impacto no meio literário português. Com unânimes elogios da crítica e uma entusiástica recepção do público, foi mencionado nos principais prémios literários da época, tendo acabado por vencer o Prémio Literário José Saramago, em 2001, contribuindo assim para o próprio prestígio do galardão.

 

Hoje, após mais de vinte edições em Portugal, traduzido para quase trinta idiomas, estudado em universidades de diversos continentes, Nenhum Olhar é reconhecido como uma das obras essenciais do início do século XXI português.

 

"Um romance que cativa imediatamente pela força das imagens, pela elegância do ritmo da frase, pela densidade dos percursos reflexivos que somos levados a percorrer com o narrador (por vezes configurado em narradora) em torno de homens e mulheres que habitam o espaço rural português. O equilíbrio temático, a maturidade filosófica das sugestões reflexivas, o cativante ritmo da prosa, a beleza imagística da escrita são elementos inquestionáveis deste romance. Mas não se pense que Nenhum Olhar é uma obra destinada a um leitor modelo, carregado de erudições ou trejeitos intelectuais. Nada disso. Este é um livro que atravessa todas as camadas de público. É inteligente sem ser ostensivo, é culto sem ser pretensioso, é belo sem ser narcísico."

António Frias Martins (na entrega do Prémio Literário José Saramago)

 

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A editora albanesa Ombra acaba de publicar o romance Nenhum Olhar, com o título AsKush Nuk Na Vestro.

 

Este é o segundo livro de José Luís Peixoto a ser publicado na Albânia. O primeiro foi Dentro do Segredo, lançado pela Odeon em 2017.

 

A tradução é de Ermira Danaj.

 

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A editora Dublinense acaba de publicar o romance Nenhum Olhar, no Brasil.

 

Com uma primeira edição neste país em 2005, pela Agir/Ediouro, Nenhum Olhar  foi vencedor do Prémio José Saramago em 2001 e está traduzido em 17 idiomas.

 

"Não é só ao emprestar poesia para a alma bruta dos personagens às voltas com a morte, o adultério, a ideia de família, que Nenhum Olhar dribla o realismo cru. Surge, neste romance tecido por variados pontos de vista, a potência imaginativa de José Luís Peixoto que mistura com simplicidades cotidianas um homem com mais de cento e cinquenta anos, um gigante, o demônio, uma cadela que acompanha duas gerações da família, uma voz presa em uma arca e uma galeria de personagens inusitados que podem ser lidos como metáforas, ou como parte de uma realidade que nos escapa." Reginaldo Pujol Filho

 

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No dia 30 de Março, pelas 18h30, a propósito da edição do romance Nenhum Olhar em versã e-book, José Luís Peixoto conversará sobre esse romance com Maria do Rosário Pedreira, primeira editora desse livro.

Doze anos depois da sua primeira edição. 

 

"Luz da Intensidade" é o primeiro volume crítico publicado exclusivamente sobre a obra de José Luís Peixoto. 

 

Detendo-se especialmente nos romances "Nenhum Olhar", "Uma Casa na Escuridão" e "Cemitério de Pianos", aborda com profundidade uma grande parte dos temas sugeridos pela obra romanesca de José Luís Peixoto.

 

Luís Carmelo (Évora, 1954) é autor de uma vasta obra literária e ensaística, de onde se destacam dez romances (com destaque para A Falha, adaptado ao cinema por João Mário Grilo em 2002) e quinze livros de ensaio (incluindo o Prémio A.P.E. de 1988) sobre semiótica, teoria da cultura, literatura e o cruzamento multidisciplinar de expressões contemporâneas. 

Doutorado pela Universidade de Utreque (Holanda), o autor é professor na Escola Superior de Design (IADE), membro da Associação Portuguesa de Escritores (A.P.E.) e da Associação Internacional de Semiótica (I.A.S.S.-A.I.S.).

 

 

À venda aqui.

 

 

Introdución de Antonio Muñoz Molina a la edición italiana de Nadie nos Mira/Nenhum Olhar (Nessuno Sguardo, La Nuova Frontiera, 2001).

 

 

¿A qué país, a qué epoca pertenecen las historias que cuenta y los personajes que retrata José Luis Peixoto? Ese paisaje, esa aldea, parecen ajenos al mundo, tan inaccesibles a los mapas de la realidad como el tiempo en el que las cosas suceden parece alejado del nuestro, incluso de cualquier sucesión histórica. La aldea, que no tiene nombre, carece no ya de contactos con el mundo exterior, sino de vínculos posibles con cualquier espacio que a nosotros nos resulte habitable, incluso verosímil. El tiempo no es el que mide los años numerados y lineales, sino un tiempo circular de estaciones agrarias, de tareas en el campo que no varían nunca, igual que nunca varían las vidas de las personas, ni tampoco las de las generaciones: lo que alguien hace, lo hará para siempre, hasta que la extenuación o la muerte lo aniquilen; lo que hacen los padres lo harán también los hijos, los nietos, los bisnietos, porque el trabajo y el sufrimiento forman parte de una fatalidad, de una maldición como la que al principio del Génesis condena a los hombres a ganarse el pan con el sudor de la frente y a las mujeres a parir con dolor. Los raros toponímicos que definen este lugar ajeno al tiempo y exterior al mundo tienen referencias bíblicas. El demonio acecha en la taberna de Judas como la serpiente espiaba en el paraíso terrenal, con la diferencia de que, en este caso, no hace falta que él actúe para que la maldición se cumpla, porque maldición y desgracia no son circunstancias posibles sino rasgos permanentes de la vida.

 

Y sin embargo, la geografía de este lugar también es muy precisa, y su tiempo puede sernos familiar: incluso puede traernos recuerdos de una época no demasiado lejana a algunos de sus lectores. José Luis Peixoto ha creado un espacio cerrado como el de las leyendas, un tiempo giratorio como el de los cuentos, pero espacio y tiempo, con un poco de atención que se pongan, son tan eficazmente realistas como alucinatorios: este es un mundo por el que circulan gigantes de maleficio y en el que el demonio a dministra los sacramentos en la iglesia y el vino en la taberna, pero también es el mundo rural y la geografía de un país muy concreto, de la parte más pobre y atrasada de un Portugal que se parece mucho al sur y al sudoeste de España: el secano, los rebaños de ovejas sobre la tierra polvorienta, los cereales, los alcornoques, los olivos. Y también, más allá de la geografía, o imponiéndose sobre ella como una marca candente, la injusticia social, el abismo entre los ricos y los pobres, la economía atrasada que condena a los trabajadores a una subsistencia miserable y se basa en la rutina y en el absentismo de los propietarios: la casa de los ricos, en el libro, es un espacio misterioso, sombrío, deshabitado, en el que una voz cuenta historias desde el interior de un baúl, y sin embargo también tiene una existencia literal en tantas casas de señores que viven parásitamente el capital de una tierra que apenas conocen y sobre la que afirman la soberbia de su rango. La casa de los señores podía ser uno de esos cortijos blancos que todavía perduran en el campo andaluz, y esos personajes que forman en el libro una galería de espectros o de monstruos los ha visto y los recuerda uno de su infancia rural, o se le han aparecido en sus pesadillas o en las historias que le contaban sus abuelos.

 

Esa doble naturaleza del texto define también la experiencia de su lectura: todo es muy raro, y al mismo tiempo es muy familiar; las cosas suceden fuera del tiempo, y también en el interior de un pasado histórico, perfectamente identificable; las historias, las personas y los objetos reconociblemente reales tienen un aura fantástica: lo imposible se cuenta con la naturalidad de lo cotidiano. Esa ambigüedad tiene también su reflejo en una escritura que se desliza de un registro a otro sin que nos demos mucha cuenta, de la narración casi de realismo social al rapto visionario, de la voz a la conciencia, del relato minucioso de los trabajos del campo a la tirada casi bíblica sobre los infortunios del ser humano sobre una tierra eternamente ingrata. El lector se ve obligado a un ajuste constante de su manera de leer y de sus expectativas: en un párrafo está reconociendo una imagen de pobreza rural que parece recobrada de su infancia, y al siguiente se verá en la necesidad de descifrar una posible alegoría. La crónica y la fábula se yuxtaponen, igual que las conciencias entre las que salta la narración, a las que poco a poco uno aprende a irles dando identidad y nombre, apoyándose en ellas para reconstruir en su propia imaginación una historia incierta, fragmentada, oblicua, como las historias que cuentan o presencian o callan los personajes de William Faulkner, o los de los cuentos de Juan Rulfo: no es casual que estos dos autores hayan creado también sus mundos narrativos a partir de las vidas de los más pobres, los más pegados a la tierra, los encerrados en formas de conocimiento que deben menos a la racionalidad que a las mitologías más primitivas y tenaces.

 

Nos sofoca este mundo: nos envuelve su fatalidad de una manera tan asfixiante como la que sufren quienes viven en él, como nos envuelven las líneas de esta escritura a la vez descarnada y barroca, o la reiteración cíclica de las desgracias, o el testimonio de un continuo esfuerzo que no da fruto: leo estas páginas y me estremece una sensación muy parecida a la que empecé a tener según iba alcanzando el uso de razón y comprendía, en el ejemplo de mis mayores, que el trabajo en el campo –en un campo pobre y atrasado- es lo que más se parece a una maldición primitiva, a las más antiguas de todas, las que formulaban aquellos profetas judíos también crecidos en tierras de sol ardiente, poca sombra y agua escasa. Lo que ha sucedido una vez va a seguir sucediendo siempre: una prostituta ciega tendrá una hija que será también ciega y prostituta y que transmitirá ese destino a la hija que nazca de ella; la casa de los señores permanecerá vacía e intacta generación tras generación, del mismo modo que los árboles tienen las mismas hojas cada año y la tierra ofrece las mismas cosechas, y los animales engendran crías idénticas a ellos. El mundo acaba de empezar, y sin embargo es más antiguo que la memoria de los más viejos, y lo único que se sabe del porvenir es que en él se repetirán los mismos abusos y desgracias, las mismas derrotas de la inocencia y el vigor.

 

Y como en las historias y en las sociedades primitivas, en el centro de todo está el acto de contar, en el origen del mundo está la palabra, y también en su fin. De todos los personajes que pueblan esta galería de fantasmas, este catálogo de monstruos que se parecen tanto a gente que hemos conocido y de la que nos hablaron cuando éramos niños, los dos más elusivos, y los más inquietantes, son dos: esa voz que cuenta siempre en una casa vacía, en el interior de un baúl; ese hombre que escribe en una habitación sin ventanas, ajeno al mundo y al tiempo, y sin embargo haciéndolos nacer del acto mismo de su escritura, como un dios obsesivo y arrogante, como escribe cualquiera que al dejarse llevar por lo que está haciendo se olvida de la luz del sol y del exterior y es como si viviera y escribiera tapiado; como cuenta quien se apasiona tanto por el acto de contar que seguiría haciéndolo como esa voz de la casa deshabitada, que da noticias de otro mundo que sin embargo es sombríamente el nuestro.

A DUPLICAÇÃO DA NARRATIVA E A DUPLICAÇÃO DO SER EM NENHUM OLHAR, DE JOSÉ LUÍS PEIXOTO

 

Por Prfª. Drª Lilian Leopoldo (USP e UPM)

Blank Gaze (UK title), The Implacable Order of Things (US title), Nenhum Olhar (Pt title) - Review in San Francisco Chronicle, 22nd August 2008

 

By Tatyana Gershkovich.

 

Translation gets a bad rap. At one point or another, every reader has soured on a book in translation after some pompous polyglot declares, "Ah, but you should read the original!" No doubt, much can be lost. But a book's journey around the world also offers an occasion to re-examine and refine its most remarkable attributes, attributes that might have been obscured by an initial choice of words, or - in the case of José Luís Peixoto's splendidly demanding novel - a title.

 

Published originally in Portuguese as "Blank Gaze" (2001), the book is set in an unnamed town in the arid, sun-bleached Alentejo region of Portugal. It's an austere name for an austere place. Peixoto - in Richard Zenith's translation - weaves together stories of the town's inhabitants, some told from their own perspectives and others related by an unknown and detached observer. A shepherd learns of his wife's infidelity and confronts her lover. Conjoined twin brothers marry the town cook and lose each other. A deformed child is born to a blind prostitute and a crippled carpenter, confronting them with the grotesque consequences of their love. The brutality of nature permeates each tale. "The sun shows us our own desperateness," says Old Gabriel, the town's 120-year-old wise man. "For those with understanding, this sun is the hand that caresses us and crushes us."

 

Dialogue is nearly absent from the novel. Peixoto's characters speak in streams of consciousness and only to themselves. They have a deeply rooted distrust of language, perhaps because they can neither read nor write. But what a marvelous chance for the author to display his own linguistic virtuosity! The images Peixoto evokes in helping his characters communicate without words are singular and unforgettable. The cook tells her husband, Moisés, that she's sick of eating the same old thing by preparing "a platter with shapely, wide-open potato legs and an open, steaming vagina made of collard greens which, by a trick of her culinary art, slowly contracted ... until it became a collard-green vagina that was irrevocably closed and dried up."

 

The cook adheres faithfully to the principle "Show, don't tell," but elsewhere, Peixoto occasionally falters. The author is too blunt in conveying his notion that a look succeeds where language fails. The shepherd José realizes he has always been a stranger to his wife, but he is granted one moment of communion with her when they exchange glances: "Wife, I don't know what we were, but I know this day that you are mine. ... Your gaze and your silence are my own." The eye as window to the soul is a well-worn notion, one made less bearable by the allusion to it in the original title. "Blank Gaze" reveals a blemish instead of pointing to the bountiful originality in Peixoto's work.

 

The work will make its American debut under a loftier title: "The Implacable Order of Things." But what the title loses in austerity it gains in purpose, illuminating the novel's deeper theme of co-existence between order and chaos, and revealing the author's immense artistic ambition.

In telling the history of the village, Peixoto examines the forces that govern our lives and creates a hierarchy among them. First, he peels away the least important, the man-made institutions of government and religion. The wealthy landowners who used to oversee the village move away; the villagers forget the names of the saints and lose their religion. The bonds of love and marriage remain a little longer, but they, too, disintegrate after lovers grasp the insurmountable psychic distance between each other.

 

Nature appears to prevail as the governing force, and Peixoto's brilliance and power as an artist are precisely in his desire to mimic nature's ability to create and destroy simultaneously. From the first words of his novel, as the silhouettes of his characters begin to come alive, Peixoto is already in the process of destroying their world. He inverts the landscape - "perhaps we see everything upside down and the earth is a kind of sky" - and then proceeds to let his universe collapse in on itself.

 

This challenging novel is a testament to the artistic ambitious of its author, whose bold experiments with form and arresting imagery have earned the 33-year-old a José Saramago literary award. José Luís Peixoto's work is now available in 12 languages, and it is well worth knowing - even in translation.




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Arquivo de recortes sobre José Luís Peixoto e a sua obra.

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